martes, 6 de mayo de 2008

PRÓLEGOMENO TÉCNICO


Alberto Despradel Cabral
Embajador


En el texto que me hizo llegar el buen amigo Miguel Reyes Sánchez, su nuevo libro “Las nuevas fichas del tablero internacional”, encontré entremezclado una serie inconexas de temas que giran entorno a su interés cardinal sobre la diplomacia y las relaciones internacionales. Temas estos que comenzó a estudiar con éxito hace ya varias décadas cuando publicó su monografía para la obtención del grado de licenciado en derecho, en la que estudió la situación que vivían, en los años de finales de la octava década del siglo pasado, los países de América Central y que fue sujeto de su primera obra sobre la diplomacia, aunque fue su tercera publicación, las dos primeras obras fueron de poesía.

Entre los textos incluidos en su nueva obra, me interesó analizar de manera particular los trabajos que presenta sobre los temas fundamentales de la agenda internacional como lo son: la energía y el medioambiente, los derechos del mar, la lucha por la justicia social, la defensa de los derechos soberanos de los estados y el respeto de los derechos fundamentales del ordenamiento internacional.

Tratando con interés particular: los casos del Estado de Israel y sus relaciones con su entorno; Irán su rol hegemónico de semipotencia en el Medio Oriente; Kosovo y la crisis de la unidad de los estados de los Balcanes; los dos ejemplos de las nuevas potencias emergentes: India y China Popular; Venezuela y la nueva visión de diplomacia de los pueblos tercermundistas; y por último la experiencia única de la revolución socialista en Cuba. En los que Miguel Reyes Sánchez, además de un probado conocimiento sobre la política internacional, consolidado con una cultura que contribuye a enriquecer sus planteamientos, permite que coloquemos el tema de la adopción por nuestro país de una diplomacia de nuevo tipo para un mundo que confronta realidades y situaciones que nos obligan a ello.

Fue interesante y a la vez divertido leer la obra de Miguel Reyes Sánchez, la que, como cada vez que tengo la oportunidad de leerle, además de nutrirme con nuevos conocimientos y bien articulados análisis sobre las diferentes problemáticas, me llena de legítimo orgullo. El sabe que por derechos bien ganados, él forma parte del equipo de soñadores que desde hace muchos años nos aferramos en mantener en alto nuestra ilusión de construir un servicio diplomático profesional y eficiente, que contribuya de manera categórica a asegurarle a nuestro país el lugar que debe tener en el concierto de las naciones soberanas del planeta.

El objetivo de su producción investigativa persigue de dotar a nuestro Estado de una diplomacia funcional adecuada a los requerimientos de una sociedad ansiosa de encontrar espacios de trabajo que le permitan superar sus limitaciones y sus insatisfacciones.

Miguel Reyes Sánchez formula como premisa de su trabajo, la necesidad de asegurar una diplomacia que liberada de la vieja práctica vacía de contenidos que ha caracterizado la diplomacia salonera de la República Dominicana, asegure a la Patria sus espacios en el mundo. En este tenor, Miguel Reyes Sánchez escribe con propiedad, como lo plantea Vaclav Havel, que el nuevo orden obliga a tomar en consideración: “otras naciones, la mayoría (de la que formamos parte), que creen en un mundo nuevo, en que se abran nuevos espacios y despierten nuevas formas, en que se compartan proyectos comunes y sistemas homogéneos que les permitan, como a una sola estructura, asumir los retos que plantea cada día con sus avances técnicos la erosión de la civilización moderna”.

Aprovecha Miguel Reyes Sánchez, lo que hoy se denomina la globalización, la denominada mundialización que propician las fuerzas hegemónicas que dominan el Mundo, en una nueva versión de orden imperial con el uso de una serie de términos que llegan para relanzar un fenómeno que desde siempre ha sido estandarte del avance sin miramientos del eurocentrismo y ahora el etnocentrismo en esta nueva etapa de remozamiento del orden imperial en sus relaciones con la periferia.

La periferia está integrada por los otros, o sea, la gran mayoría de los sujetos de derecho internacional que componen la denominada comunidad internacional, los países en los que viven sociedades en los que no existen instituciones ni justicia social, países en los que cientos de millones de seres humanos, a saber, la gran mayoría de la población de la Humanidad viven sometidas a una situación de marginalidad que los convierte en simples espectadores de un espectáculo que degenera en tragedia.

Escribe Miguel Reyes Sánchez: “Particularmente, creo que todo progreso de la humanidad indudablemente debe conllevar el mejoramiento de la calidad de vida de los seres humanos, satisfaciendo sus necesidades perentorias, y propugnando porque el fenómeno globalizador impulse el desarrollo integral del hombre”.

En la procura del nuevo orden mundial que debe corregir los entuertos del orden imperial en todas sus etapas y formas, Miguel Reyes Sánchez introduce reflexiones diversas que convergen, cada cual con sus toques ideológicos, en la formulación de las críticas de fondos que mueven a la gran reflexión del cuestionamiento de la injusticia que nos reduce.

Benedicto XVI, el Santo Padre, cabeza del mundo católico propicia el establecimiento de “un nuevo orden mundial en el que prevalezcan la ética, la justicia social y económica y la paz”.

En la misma intención cita la existencia del conclave cuestionador de los Países no Alineados, que plantea como objetivo de su reflexión y de su cuestionamiento: “ lograr el respeto a la soberanía de los Estados y la oposición activa a la guerra, y cambiar el actual orden económico mundial, que, a su juicio, sólo extiende la brecha entre ricos y pobres”.

Entiende Miguel Reyes Sánchez, que en esta nueva etapa que vive el mundo, reducido por las comunicaciones de la nueva tecnología, debe dotarse nuestro país de una diplomacia bien formada que le asegure resultados concretos, al afirmar: “el servicio exterior de una nación como la nuestra tiene que ser capaz de afrontar los retos que le impone la globalización, ser efectivo agente de negociación internacional y de promoción del turismo, la inversión extranjera y la posibilidad de colocación de nuestra producción en los mercados internacionales”.

Añade Miguel Reyes Sánchez, refiriéndose a la necesidad de dotarnos de una diplomacia de nuevo tipo que: “la manera tradicional de hacer diplomacia ha quedado desfasada. Los formulismos sacramentales, la comunicación lenta y dubitativa, la prioridad de la forma y no del fondo, los tiempos de la francachelas, de recepciones y tragos han quedado atrás”.

La diplomacia, que él denomina, no sin cierto equilibrio, diplomacia activa, la que busca encontrar en su implementación: “la afirmación de los valores tradicionales, el diálogo genuino, una nacionalización de la representatividad y la modernidad de las estructuras de apoyo a esa labor”, es una propuesta que recupera los sentimientos de pertenencia nacional de un intelectual que desde sus inicios ha tratado de ser coherente y honesto en sus postulados y en sus pensamientos.
Para entender el pensamiento de Miguel Reyes Sánchez debemos dejar claro que la diplomacia, en lo referente a la defensa de intereses nacionales si se lleva a la última o primera razón, es la defensa de los intereses del hombre o de los seres humanos. Es el manejo racional o irracional, ético o antitético de las relaciones entre los sujetos de derecho internacional, los llamados estados soberanos, en un escenario planetario, el de la comunidad internacional; en la que, supuestamente, y como dispositivo fundamental, todos los sujetos de derecho, o estados, son iguales y en el que todos tienen los mismos derechos.

Hermoso principio que ciertamente, aunque enunciado con reiterada insistencia por uno y otro, no es una realidad. Ya que, en ninguna de las etapas vividas por la Humanidad se ha cumplido con la ley fundamental del respeto al derecho soberano de las naciones y su igualdad.

Las potencias, desde la antigüedad hasta hoy, han luchado por imponerse e imponer sus criterios culturales. La hegemonía de los estados ricos está acompañada por políticas tendentes a reducir a los demás a sus esferas de influencia. Esa ha sido la historia de las relaciones internacionales, matizada por esas grandes imposiciones, a nombre de la civilización.

Si observamos en los tiempos del encuentro o descubrimiento de los pueblos y las tierras, denominadas más tarde y de manera marcadamente etnocéntrica como el Nuevo Mundo, debemos observar que los Reinos de Castilla y Aragón hablaron de imponer la civilización y la creencia en el Dios de los judeocristianos como móvil fundamental, ocultando o poniendo en un segundo término, el móvil fundamental que fue eminentemente económico.

Al manejar la acumulación de la información que explaya en el texto de Miguel Reyes Sánchez, podemos establecer que aún marcado por ideas conservadoras, el autor asume una serie de posiciones propias de un liberal y no es para menos, la verdad generada por un manejo apropiado del conocimiento conduce a que se lleguen a conclusiones que muchas veces contradicen las posiciones originales de los analistas.

Observo esto en esta frase que habla por sí sola para quien debe ser y por quien debe estar destinada la diplomacia a articular para nuestro Estado. Y es “para servir nuestros más legítimos intereses, y no son otros que los del ser humano, en procura de asegurar la justicia social que es la fuente de equilibrio y la base de sustentación del ensayo democrático por el que todos hemos luchado”.

Escribe Miguel Reyes Sánchez un artículo en el que aborda el tema medular de la globalización y lo que algunos analistas denominan la postglobalización.

La postglobalización es una alternativa en la continuidad de la historia de las civilizaciones, en su proceso ininterrumpido de imposición y resistencia, es decir, la capacidad y la voluntad de imponer los dictados de los fuertes, de los poseedores de las riquezas y los conocimientos, a los débiles, los que ausentes de riquezas acumuladas no controlan el conocimiento y en consecuencia se encuentran en posición de debilidad ante los dictados de los poderosos.

Un tema medular en un texto que hace planteamientos sobre la nueva diplomacia dominicana, debe contemplar el tema crucial de la energía y el medioambiente, el que es abordado con propiedad por Miguel Reyes Sánchez, en el entendido de que ese tema es determinante para la orientación de nuestra diplomacia funcional, debido a la penosa dependencia de nuestro país al suministro de las fuentes energéticas externas, es decir el petróleo o el gas y sus derivados.

Además que en la agresividad desproporcionada de una sociedad limitada por su escasa educación, embestimos sin mesura el entorno afectando las fuentes acuíferas y la superficie boscosa.

De ahí es lo importante para que uno de los componentes de nuestra diplomacia funcional gire en torno a la defensa del medioambiente en nuestro país, en nuestro entorno geográfico y en el Planeta en su conjunto. En ese tenor, Miguel Reyes Sánchez aborda la preocupación ante la defensa indispensable del medioambiente como tema fundamental para garantizar la supervivencia de la Humanidad.

En este tema desvelamos con marcada claridad lo que hemos sustentado y que en cierta medida plantea en su texto Miguel Reyes Sánchez, la posición de los poderosos cuando en defensa de sus intereses no escatiman posibilidades para imponerle a la Humanidad un destino que desconoce los intereses mayoritarios del ser humano.

En el Protocolo de Kyoto, que es la expresión más palpable de la búsqueda de controles que permitan asegurar a la Humanidad su existencia, se ha planteado la oposición militante de las grandes naciones que se niegan a acatar las resoluciones acordadas en ese importante foro mundial. Miguel Reyes Sánchez indica cómo se han autoexcluido: “Estados Unidos, China y Australia, bajo el alegato de que el cumplimiento de las condiciones del tratado pondría en peligro el crecimiento económico y el desarrollo de esos países”.

Es interesante destacar, como se evidencia en el texto de Miguel Reyes Sánchez, que en ambas posiciones, las que se implementan en proyectos de desarrollo ya impulsados por comunistas (ver caso China) o por capitalistas (ver caso de los Estados Unidos), coinciden en una actitud egoísta al poner en primer término los intereses de sus elites frente a intereses amplios y generosos de las mayorías. Los derechos de los pocos se imponen ante los derechos de los muchos, cuestionando la realidad y dimensionándola a su verdad histórica, lo que a la vez nos conduce a reconocer en esta postura la política exterior imperial que ha predominado en todas las etapas de la vida del hombre.

La definición de prioridades obliga a que estados de las características del nuestro definan una política exterior que contribuya a consolidar las metas trazadas en los acuerdos de Kyoto, en el entendido que la defensa de la supervivencia de nuestra sociedad es la prioridad política y en consecuencia no podemos manejar una diplomacia que condicione nuestras posiciones y la defensa de ellas, al respaldo incondicional de intereses hegemónicos.

El pragmatismo realista que caracteriza la diplomacia dominicana, es sometido a un profundo análisis en las páginas del texto de Miguel Reyes Sánchez al desarrollar sus pensamientos. Este aporte valorizador es lo que rinde positivo el contenido de sus planteamientos. En sus aseveraciones constatamos una evolución en las posturas de este analista responsable que tiene la capacidad de enriquecer su pensamiento y el valor de superar sus posiciones anteriores asumiendo en ello una capacidad crítica que lo distingue.

El tema del mar territorial y el mar económico ocupa un importante lugar en la diplomacia funcional que plantea en su texto Miguel Reyes Sánchez, los derechos soberanos de la República Dominicana sobre el mar que: “aún los dominicanos no hemos tomado la conciencia necesaria de la importancia que reviste hacer del mar soberano que nos corresponde una herramienta importante para el desarrollo.

Para expertos internacionales resulta incomprensible como la República Dominicana mantiene una legislación que le establece un mar territorial de sólo 6 millas náuticas, cuando todas las naciones del mundo, incluyendo a Haití han proclamado soberanía sobre 12 millas náuticas”.

Se refiere, Miguel Reyes Sánchez, a que nuestro país es un Estado Archipielágico o sea que la República Dominicana es un archipiélago integrado de: “unas 145 islas menores en el país, de acuerdo a la definición de “isla” que establece la Convención del Mar de las Naciones Unidas, la que permitiría declarar a nuestro país un “Estado Archipielágico”.

Otro tema de marcada importancia en la política exterior dominicana es el relativo a la migración. Podemos afirmar sin exageración que es la migración uno de los grandes temas de nuestra política exterior. La política que debe estar sustentada por un Estado que genera y recibe un enorme flujo migratorio.

La existencia de una diáspora dominicana con cerca de dos millones de dominicanos esparcidos en todo el Planeta, fundamentalmente en el área del Caribe, América del Norte y Europa, nos obliga a articular políticas que favorezcan la defensa y protección de esos ciudadanos que constituyen un pilar fundamental de nuestra supervivencia económica.

Lo propio es el caso de la migración haitiana en nuestro país, cerca de un millón de ciudadanos e hijos de ciudadanos instalados en el país, que nos obliga a articular políticas migratorias, que respetando los derechos inherentes al ser humano y a los emigrantes, que debe ser pieza fundamental de nuestra política de protección y defensa de nuestros ciudadanos instalados en diferentes países del planeta, contribuya a definir reglas claras en la consolidación institucional y el ordenamiento democrático en nuestro país.

El manejo de la presencia de cientos de miles de inmigrantes haitianos indocumentados en el territorio nacional, y el nacimiento en nuestro país decenas de miles de descendientes de estos inmigrantes nos obligan a propiciar el respeto de las disposiciones establecidas en la Constitución de la República, y un manejo administrativo apropiado que no sea fuente de motivos que nos conduzcan a enfrentar en reiteradas y constantes acusaciones el tema del racismo en nuestro país y la denuncia de la existencia en la República Dominicana de prácticas discriminatorias.

Escribe Miguel Reyes Sánchez que: “El caso especifico de los indocumentados haitianos merece una atención especial por parte de las autoridades dominicanas, por provenir estos de la nación con la que compartimos las fronteras y por la situación calamitosa en que se encuentra la misma”.

El tema de Seguridad y Terrorismo es importante en la medida que al asumir las motivaciones ciertas de las preocupaciones del primer mundo ante el crecimiento de métodos atípicos de combate en contra de ellos, principalmente sustentada por el fanatismo islámico, podemos establecer una política de condena del terrorismo en su conjunto, esto es, a las políticas agresivas y terroristas de estados que agreden y asesinan a nombre de su legalidad y a las organizaciones políticas terroristas que asesinan y agreden a nombre de sus reivindicaciones propias. Unos y otros, son fuentes permanentes de tensiones, de desequilibrio y angustias; y ambos, agreden sin contemplación a la Humanidad.

Sobre el fanatismo partidario o ideológico, Miguel Reyes Sánchez, escribió: “Aún no salgo de la consternación por el más reciente ataque suicida perpetrado en la antigua estación de autobuses de Tel Aviv. Una docena de muertos, casi un centenar de heridos en ese último ataque, los cuales se suman al millar de israelíes asesinados y a los varios millares de traumatizados en estos atentados suicidas, desde el comienzo de la segunda entifada en el 2000”.

El problema de la seguridad y el terrorismo es sumamente delicado porque ha servido de pretexto y justificación a la implementación de políticas exteriores agresivas que han sembrado de muertes a países como Afganistán, Palestina, Irak, Chechenia, Chad, Líbano, Sudan, Liberia, Serbia, para citar escenarios de confrontaciones que provocaron enormes cantidades de víctimas y cuantiosas perdidas económicas.

En el estudio de los casos de tensiones, Miguel Reyes Sánchez hace un recuento sobre ellos ponderando sus características, sobresaltando que en todas existen aberrantes situaciones de injusticias que impiden el florecimiento en esos países de un ordenamiento institucional que garantice la democracia.

En el caso de Israel y sus relaciones con su entorno, considero que nuestra política exterior debe incluir una visión apropiada sobre Palestina y los derechos del pueblo palestino a crear un estado nacional que permita que sus ciudadanos puedan integrarse a la Comunidad Internacional, disfrutando de todos los derechos y deberes del ser humano. En la definición de esta política debemos establecer nuestra posición en relación con Palestina y los países árabes del Medio Oriente.

La política exterior dominicana debe ponderar con atención las opciones secesionistas que se están promoviendo en diferentes países del mundo y que comienza a avizorarse en América Latina con las veleidades separatistas de ciertos departamentos de Bolivia. El reconocimiento de estados surgidos de desmembramientos de estados nacionales con larga tradición unitaria, responde en esta etapa de la vida internacional a intereses específicos de grandes potencias interesadas en debilitar otros estados, ya por razones políticas, ya por razones económicas. En este sentido, se encuentra el caso de la reciente proclamación de independencia, con respaldo de algunos de los principales estados de la Unión Europea y del planeta, de la provincia autónoma de Kosovo de la República Serbia.

Sobre este tema escribía Miguel Reyes Sánchez: “Los países que se oponen a la independencia de Kosovo entienden que es un peligroso antecedente para otros grupos separatistas del mundo. En España se ven en el espejo de grupo separatista ETA, Rusia con otras provincias que aspiran su escisión y China lo asimila al caso de Taiwán. Mientras, Canadá evalúa la situación, ya que enfrentó dos referendos por la independencia de Québec”.

El tema del reconocimiento diplomático de la República Popular China y el replanteamiento de las relaciones con la República de China (Taiwán), es sujeto de las reflexiones de Miguel Reyes Sánchez. El tema es uno de los expedientes más sensibles que maneja nuestra diplomacia y Miguel Reyes Sánchez escribió sobre esto: “Me hubiese gustado mucho observar la apertura de las relaciones diplomáticas con la nación que tiene el mercado más grande del mundo, la República Popular China, ya que los beneficios inmediatos de una relación como esta incidiría automáticamente en nuestra balanza de pagos”. Su inclinación por proponer un establecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín reviste marcado interés, ya que expresa una comprensión de la situación internacional y la irreal medida de mantener relaciones con la provincia China de Taiwán en período de rebeldía desde 1948.

Entre sus reflexiones vertidas en el texto estudiado, Miguel Reyes Sánchez se refiere a los 10 mandamientos chinos, que encierran una sucesión de disposiciones encaminadas a garantizar la transparencia de los funcionarios del Estado. Sobre esos diez mandamientos chinos, Miguel Reyes Sánchez escribió: “estas medidas han sido de gran trascendencia y deben servir de ejemplo a muchas naciones del mundo para salvaguardar los erarios públicos. Tener conciencia de que al Estado se debe ir a servir, y no a aprovecharse de él. Estos 10 mandamientos deben ser reproducidos y enviados a los burócratas de todos nuestros países, con el simple objetivo de recordarles aquellas minucias que suelen olvidarse”.

En lo relativo a los temas tratados, Miguel Reyes Sánchez aborda en las relaciones con Latinoamérica algunos que son de interés estudiar para definir posiciones apropiadas tales como la reivindicación sustentada por el estado boliviano por lograr una salida al mar, que para ese estado mediterráneo constituye uno de sus principales expedientes diplomáticos.

En lo relativo a este tema, Miguel Reyes Sánchez indicó que: “Bolivia ha perdido durante todos estos años su proyección como estado nación, manteniendo un bajo perfil internacional. El pueblo boliviano registra como una deshonra el problema de su “mediterraneidad” y casi todos sus problemas sociales terminan asociados a este lastre. Bolivia requiere una salida al mar que permita el desarrollo de su nación. Chile y Perú, quienes tienen la última palabra, deberían acceder a este justo y legítimo reclamo boliviano”.

El tema cubano es motivo de ocupación en las reflexiones de Miguel Reyes Sánchez, analizando el rol jugado por el Presidente Fidel Castro, que a mi entender, sin lisonja alguna, junto a Simón Bolívar son los dos iberoamericanos más sobresalientes de la historia de nuestro sub- continente; aunque debo señalar que, en este sub-continente de nuestros amores, hay otro personaje que tiene una dimensión sobresaliente y planetaria, que debe ser incluido al lado de esas dos personalidades: Toussaint Louverture, el libertador de los esclavizados negros.

Los planteamientos formulados en torno a la nueva política exterior venezolana, la política solidaria bolivariana, es nueva en formulaciones de una vieja política exterior que se entrelaza con los inicios mismos de la lucha por la independencia de los Estados surgidos en el continente en las primeras décadas del Siglo XIX. Y que encontró en la solidaridad de Jean Jacques Dessalines con Francisco Miranda y de Alexandre Petion con Simón Bolívar los gérmenes de un panamericanismo de buena monta que sirvió de base de sustentación en el pasado a la solidaridad anticolonialista de los esforzados creadores de la nacionalidad y que hoy reclamado por el Presidente Hugo Chávez se formulan en el ALBA una noción solidaria de compromisos inconclusos en la perenne lucha por la dignidad de nuestra gente.

Tanto la República India como la República Sudafricana son dos potencias emergentes, como lo son Brasil e Indonesia, que tienen un peso bien ganado en la comunidad internacional, por lo que es indispensable que nuestro país asuma esta realidad política para concertar una política exterior que responda a la realidad planetaria. Lo que como establece Miguel Reyes Sánchez, impone que nuestra diplomacia se incline a ampliar de manera significativa nuestra presencia en esos países, ya que de no hacerlo seguiremos situados fuera de la realidad planetaria.

En el conjunto de sus análisis, Miguel Reyes Sánchez abre un amplio abanico de reflexiones que nos dirigen a la consolidación de una diplomacia actualizada que supere la vieja diplomacia salonera.

Una embajada en Sudáfrica como una embajada en Indonesia y embajadas en Australia, Filipinas, China Popular, Paraguay y Bolivia, misiones diplomáticas en los estados hermanos del Caribe, la necesidad de una presencia contundente en África, con misiones diplomáticas en el norte de África, en Guinea Ecuatorial, en Senegal, en Nigeria, en Angola; en fin cubriendo con la presencia activa de diplomáticos dominicanos un continente al que nos unen íntimas vinculaciones poblacionales y culturales.

El texto de Miguel Reyes Sánchez, habla de nuestras relaciones con los Estados Unidos, nuestras relaciones multilaterales con la Unión Europea y nuestras históricas y tradicionales relaciones bilaterales con España, Francia, Alemania o Italia.

En fin, es un aporte amplio y sólido para la reflexión, de un intelectual y pensador de la diplomacia que nos invita a profundas cavilaciones y a la búsqueda de nuevas alternativas enriquecedoras de la diplomacia dominicana.

Saludo el trabajo de Miguel Reyes Sánchez y espero sus nuevas entregas en el entendido que todos los que de una u otra forma somos de sus mismos criterios; en la diversidad y la amplitud de ideas, debemos construir una solución dominicana y solidaria que sirva de sustentación a una diplomacia de nuevo tipo.

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